Ella, esperaba el fin del mundo viendo el océano, tranquila, espero y espero disfruto del más hermoso amanecer, el más sublime atardecer, la luna más hermosa.
Pasó el tiempo y ella seguía ahí, intacta junto con el mundo, serena tranquila, veía a la nada.
Se puso a la orilla del peñasco, observó, sintió el viento, salto; voló como una nueva especie de ave, en tonos turquesa y amarillos, tornasol, ella se sentía libre, libre, reía a carcajada abierta, su sonido, se escuchó en todo el mundo, la gente creyó en diversas partes de cada continente, que era un estruendo del cielo, llevado por la fuerza del viento, anunciando el Apocalipsis, los creyentes de rodillas, los libres de espíritu en flor de loto, el resto continuaba con su vida normal.
Hasta que llegó el final del vuelo, ella se dio cuenta que el mundo se acabo, cuando terminó su vuelo, nadie se dio cuenta solo ella.
Se acabó el mundo, adiós a la responsabilidad monótona de respirar, adiós al tiempo, adiós a la esclavitud emocional que trae la vida cuando te la otorgan, adiós al dolor, adiós, adiós.
Solo quedó una leyenda en una de las rocas, "El mundo se acaba, a cada segundo transcurrido, cada vez que un ser vivo deja de respirar".
RBD
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